Las fintech tienen un alto componente de sostenibilidad al brindar opciones de financiamiento a la población no bancarizada.
Las finanzas sostenibles son aquellas que, no sólo tienen relación con cuestiones estrictamente económicas, sino también criterios ambientales, sociales y de buen gobierno en la toma de decisiones de inversión. Estos factores, que son conocidos como los criterios ASG son los siguientes:
- Ambientales. Son todos aquellos que favorecen el medioambiente, como la lucha contra el cambio climático o el uso de las energías renovables.
- Sociales. Todo lo que tiene que ver con el respeto a los derechos humanos, derechos de los trabajadores y, en general, que trabajan para reducir las desigualdades sociales.
- Gobierno. Desde el punto de vista del “buen gobierno”. Se refiere a la buena gestión corporativa, con decisiones encaminadas a reducir cuestiones como la brecha salarial o la no discriminación por sexo o edad. Aquí se incluyen buenas prácticas como la rendición de cuentas.
Estas acciones complementarias deben ir acompañadas de un cambio en la mentalidad de las empresas, y las fintech tienen la oportunidad de liderar este cambio.
Actualmente ya no es suficiente poner a disposición de los consumidores un producto bancario. Las finanzas sostenibles son algo cada vez más demandado y los clientes lo tienen en cuenta a la hora de decidirse por una entidad u otra.
Dicha tendencia se acentúa cuanto más jóvenes son los clientes y llega al punto de que el 86% cuando se trata de los millennials. Según un estudio de Morgan Stanley, los jóvenes están interesados en las inversiones sostenibles porque generan un retorno financiero, pero también porque impactan positivamente en la sociedad y el medioambiente.
Por su propia naturaleza, las fintech parten con una ventaja frente a las compañías del sector ya establecidas al operar digitalmente ayudando a las personas a gestionar sus inversiones, préstamos y ahorros.
Los servicios financieros digitales se volvieron necesarios por su operación 100% digital, resaltando la resiliencia del ecosistema fintech durante el gran confinamiento y la nueva normalidad. La revolución de los modelos de negocio basados en tecnologías emergentes sigue generando valores añadidos intangibles y con gran relevancia de aporte social.
Debido a esta carga tecnológica el sistema financiero se nutre de nuevas herramientas, ideas, servicios y productos para ofrecerle a la población un amplio portafolio de opciones a la medida y tanto las alianzas como las estrategias que se realizan con el sector financiero tradicional ayudan a conseguir un ecosistema más sostenible y competitivo.
Incorporar estrategias políticas transversales relacionadas con la responsabilidad social y la sostenibilidad medioambiental conlleva importantes ventajas. No sólo el hecho de cumplir con unos objetivos previamente marcados, sino que puede suponer una diferenciación frente a competidores y atraer financiación que impulse su negocio.
Es decir que las habilidades empresariales y la responsabilidad social han establecido un binomio interesante que define la decisión de los consumidores sobre un producto o servicio determinado. Esta probabilidad de compra aumenta si estos cuentan con un valor añadido como: la inclusión financiera; el compromiso con el medio ambiente; la lucha contra la pobreza y una buena oferta de productos innovadores.